Hoy al pao leso (AKA yo) se le cayó el celular en la micro...
Cuando me dí cuenta pensé "acá cagué, na que hacer"
Y llamé por si acaso nomás. Sin grandes esperanzas.
Cuando me contestan, yo, super desconfiado,me hago el boby y pregunto por mí mismo, como si no fuera yo, y un señor me dice: "no si este teléfono se perdío"
"Aquí ta la mía", pense un poco aliviado...
"Sí, yo soy el dueño del teléfono"
"¿Pero como me dice que pregunta por el dueño y ahora me dice que usted es el dueño?"
Toda la razón caballero, pero uno siempre anda desconfiando de la gente, nunca nadie se imagina que puede encontrarse con gente honrada.
"¿Y como lo puedo ubicar?"
"No, si el celular no lo encontré yo, lo encontó una señora, pero no sabe contestar así que me lo pasó a mí"
Y luego me dió las instrucciones para llegar.
Fui más tarde donde me habían dicho, era en una feria en cerca. Y yo llegué preguntandole a la gente que trabaja ahí por el nombre de la señora. Un feriante me dice:
"Es la señora que está allá"
"¿La de rojo?"
"No, la que está al lado"
Y partí...
Las señoras estaban desgranando arvejas, en un puesto en el que vendían mote. Le explique la situación, y la señora de rojo me dijo:
"¿y no hay recompensa?". Seguramente donde me vió de camisa pensó que tenía plata.
"No, es que ando sin plata. Aparte que el teléfono ni siquiera lo he terminado de pagar". Por suerte me creyeron, sino esta señora de rojo capaz que convence a la otra de exigir recompensa... Las dos me sonrieron.
Luego de dar varias pistas clave para identificarme como dueño del teléfono, me lo entregaron...
"Es que yo no puedo quedarme con cosas ajenas" me dijo la señora que lo enontró. "Yo podría haberme quedado con él o con el chip, haberselo cambiado, incluso me ofrecieron comprármelo altiro, pero yo no puedo hacer eso con cosas que no son mías"
Le dí mil gracias y, por supuesto, la felicité por su honradez.
Luego nos quedamos conversando un rato...
Eso me devolvió el ánimo hoy.
Esa señora no se imagina que me hizo un bien doble, me devolvió mi celular (intacto, sin sacarle nada, sin haber hecho llamadas a timbuctú, nada) y me demostró que la gente honrada existe. Ella no es la mujer con más dinero, no tiene éxito ni reconocimiento, pero tiene la conciencia limpia, algo de lo que no muchos pueden hacer alarde ene estos días...
Y pensar que alguna vez hasta me hicieron sentir estúpido por ser honrado.
Voy a seguir, un honrado contagia a otro. Si todos nos contagiaramos de honradez no tendríamos que llamar con desconfianza cuando se nos pierde el teléfono.
P.S.: Ah, los que vivan en Chiguayante, vayan a la feria de calle Pinares y comprenle harto mote a la señora Ada.
7 de noviembre de 2006
Una lección
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